Ante el vaivén de las noches bajo la brisa de la madrugada, padece de piel de gallina al pensar.
No es por los recuerdos, ni por las cicatrices causadas por quitarse las postillas tras una herida, simplemente es por no saber que piensa.
Los pequeños detalles son los que a muchos gusta, pero que muchos dejan de desear si son ellos los participes de llevarlos a cabo. Lo que para uno es un activo para otro un pasivo es, del día la noche y del todo de la nada.
Le satisface hablar de las incoherencias del tiempo y también de la locura de sus rincones en los que suele levitar. Andando por la sombra de sus habitaciones descubre que siempre hay algo que nunca antes había visto. Cosas que estaban ahí desde el primer día, pero que ni tan si quiera se molestó en fijarse.
Porque cada momentito tiene más claro que las señales existen para la persona que quiere verlas, aunque la gente trate de engañarle llevando lupas o lentillas, él sabe que lo hacen para despistar.
Mal cantando a la people por la calle, marcha tan llamativo a la par de discreto que a veces es capaz de camuflarse entre dos baldosas y tres farolas, o dentro de un portal. Un extintor es una buena alianza para muchísimos casos, demasiado.
Creerle cuando dice que todo esto es una mierda, él acostumbra a dejarlo todo patas arriba.
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