lunes, 29 de junio de 2015

Cuentos de universidad (2/4)

La veteranía que la experiencia otorga, nadie la quita, y otros 9 meses en la ciudad, no iban a defraudar. Ciudad que tras 3 meses de verano encogió, muchas personas desaparecieron, y las pocas que quedaron ya eran conocidas.

Fue un juego de tronos, pero en vez de reinos eran países. En vez de gigantes había alemanes, en vez de un guardián del norte, estaba un uruguayo del sur, y en vez de caminantes blancos, había dos brasileños. Vaya año de locura, con sus cosas buenas y cosas malas, como todo. Gran piso, grandes personas, mejores compañeros.

La mente se me debió nublar una noche, por la oscuridad o el alcohol, aun no lo se, pero cual carga de saco de patatas comenzó algo, que llegó sin querer. Me hizo crecer, me abrió los ojos y descubrió cosas de mi mismo que nunca había imaginado. Gracias por todo ello :))

En lo educativo, aprender, aprendí más bien poco, pero crecer, como nadie. Las notas crecieron, me hicieron pensar que igual hasta estaba en el momento adecuado en el sitio correcto. Pero pronto se vio que eso no fue así, una beca salvaje apareció para conquistarme, pero eso más adelante.

Todo fue transcurriendo, de manera más o menos fácil, yo ya estaba acostumbrado a Salamanca, demasiado de hecho, y eso me agobiaba. Mismos bares, misma gente, mismos rollos, mismas clases.
La bicicleta se convirtió en mi fiel aliada para salir de la rutina, con ella descubrí rincones que no había visitado ni pensaba visitar.

Después de todas las vivencias, poco más me quedaba por exigirle, la impaciencia se convirtió en algo habitual hasta que llego a convertirse en comodidad, en monotonía, en aburrimiento.

En ese año, todo se solucionaba con sacarse el sofá al balcón en las tranquilas noches de primavera, junto a una cerveza fría y bajo el estrellado y limpio cielo que Salamanca ofrece.

miércoles, 17 de junio de 2015

Cuentos de universidad (1/4)

Llega el fin de una etapa, como si fuera llegar al cielo con la cuesta de enero, y es que si pudiera volver a empezar de nuevo, no dudaré ni un momento. Fue una locura, pero una de esas locuras necesarias, aunque nada acabase como se inició, fue y fluyó, nos separó pero me unió y me hizo crecer, ya no solo como persona si no proyecto de algo.Y te doy mil gracias, lo sabes, pase lo que pase nunca te olvidaré porque hiciste por mi mucho más de lo que piensas.

No fue tan duro como contaron, ni tan difícil como se esperaba, no fue un paseo, pero casi. El primer cara a cara, y una lección que espero dure toda la vida, porque los detalles permanecen para siempre, los detalles hacen el camino y la diferencia, y en ese año todo fue diferente, inesperado.

Me gustaron cosas que antes odiaba, me abrió puertas que antes sólo estaban medio abiertas, desbocó el lado salvaje, el lado estudioso, las lagrimas y los roces. Las miradas y las sonrisas recorrían las esquinas, el sentido común desapareció durante un tiempo, a pesar de los toques de atención que me llevaba.

Y es que no es fácil, mirar atrás y recordar la cantidad de experiencias que viví, de sitios que vi, cosas que aprendí, personas que ayudé o personas que me ayudaron a mi. Fueron muchas, lo prometo, demasiadas, anecdóticas, graciosas, penosas, pero todas ellas forman ya parte de mi vida, de mi historia, y de mis textos.

Debo mucho también a varios personajes, los cuales me integraron aquí, hicieron que el día a día mereciese la pena, las pachangas donde cristo perdió el mechero, las noches de Vagalume, las manos en el pecho, y los litros en las escaleras del Tbo. Las compañías, los botellones, las fechorías y las pequeñas confesiones.

Todo acabó pronto, pero mereció la pena, Salamanca no defraudó, la experiencia tampoco, y si tuviese que quedarme con algo de ese primer año, me atrevería a escoger la primera noche en la cual, le pusimos la guinda.


lunes, 15 de junio de 2015

El tiempo sólo es tiempo...

Desaparecer, recuerdo como conseguiste que lo hiciese, sin embargo no pude darme cuenta de todo el daño que me hacías simplemente con tu cercana presencia. Intente disfrazarme para que no me vieses, deslizándome por tus paredes mientras tu dormías, pero no funcionó.

Deje de correr hasta que me retorcí de ilusión, me di cuenta que jugar a veces no es la solución, que perder también sabe bien, aunque no sepas el por qué. El dolor solo desapareció cuando tu estabas lejos, cuando yo estaba disfrazado, cuando dormías, cuando evitabas pensar en mi.

Y yo, que solo quería dormir, volar lejos de ti, serte claro y decirte que no me gustaba estar contigo, que lo odiaba con mis ganas, pero los silencios me llevaban la contraria. Como cuando estabas, sin haber venido, juntos pero lejos, sin ti pero conmigo, la música sonaba sobre el ambiente, como si sólo fuese una canción de despedida.

No hubo más, la gente fue gente, y tu ya no estabas, la alegría volvió, el dolor se fue, la sonrisa creció y las lagrimas dejaron de venir con tanta asiduidad. El tiempo es tiempo hasta que lo cura, hasta que el querer no es poder, hasta el quedarte con la miel en los labios. El tiempo, solo es tiempo.

martes, 2 de junio de 2015

Una persona, dos direcciones...

Reímos lloramos y otras veces tan solo nos miramos, dejando el tiempo pasar, y viendo como los segundos juegan con nosotros, y además en nuestra contra.

Vivimos en un mundo de ignorantes, eso no se duda. Los hay quienes lo son por voluntad propia, y otros que lo son porque la sociedad les obliga a serlo. No hay margen para la gente curiosa, ni para la gente que se esfuerza, y tampoco para aquellos que buscan algo nuevo y diferente.

La vida, el tiempo y el horizonte, a veces son muy crueles con nosotros. Nos dan golpes, nos zarandean, nos incorporan en el frío desentendimiento que produce la ignorancia, nos masacra con dureza, o simplemente nos mata lentamente. Y no queda otra cosa que plantarle pulso, buscarle las cosquillas a todo eso para conseguir burlarle una vez más.

A veces siento, pienso, creo, que tenemos lo que merecemos, y no por razones de karma, si no por el simple hecho de que no somos conscientes de todo lo que nos jugamos día a día, y en cada decisión. Porque pasito a pasito, aprendemos nuevas tretas, nuevas maneras de saltar los muros, de esquivar las piedras. Porque la curiosidad mató al gato, si pero recuerda algo para siempre..., nosotros no somos gatos.