Grandes batallas hemos librado juntos, tanto que el día de
mañana se hablará de nuestras historias… de nuestras idas y venidas… de lo
nuestro. Porque te llevo marcada en la piel para el resto de mi vida, y no me
queda otra cosa que agradecerte que me dejases cogerte tanto asco, desprecio y eso me hiciese infravalorarte.
Hemos sido grandes compañeros, pero hasta aquí hemos
llegado. Recurriré al típico, no eres tu… soy yo, porque en este caso es
verdad. No puedo conformarme con tan poco, llevo la ambición a cuestas, y
siempre quiero más, aunque a veces me juegue malas pasadas.
Te echaré de menos, y me arrepentiré de no haber disfrutado todos
los momentos, no soy un estúpido por haber malgastado tus oportunidades, si no
por no haber aprovechado cada una de ellas. Te echaré de menos, mucho, tal vez
demasiado, pero nuestro romance infinito, no fue nada más que eso, infinito.
Por esto, a veces cuando escribo, se me pone la piel de
gallina solo pensando en los que las letras dicen, y no hay nada como agachar
la cabeza, notar ese sentimiento que recorre el cuerpo de punta a punta, haciéndose
notar por donde pasa erizando la piel.
A veces, reconozco que hasta los ojos me brillan, lo sé porque
alguna lágrima se me escapa, y no por tristeza, si no por añoranza de recordarte.