jueves, 21 de noviembre de 2013

Ella me pone la mente a flor de piel...

Quiero vivir bajo las faldas de tus vistas. Sentirme inquieto ante tus resoplidos, y falto de ellos ante el calor.
Tal vez me equivoque al pensar que todo iba mal, y desconfié de esos flojos destellos que me enviabas noche tras noche desde que llegué. La rumba me acompaña allá donde vas, y disfrutarla me pone la mente a flor de piel.

No puedo negarlo, desde el primer minuto, me asombraste hasta limites insospechados. Mas allá de donde tu imaginación quiera y pueda llegar. Palmeo con las ideas que se me vienen al oler tu aroma, ese leve toque que me hace enmudecer. Lo que tanto llegas a temer, al final se queda en lo que más echas de menos. Y es ahí donde ves las injusticias que te rodean.

Y no es, hasta que sales de casa y abres los ojos, cuando te das cuenta de que vivimos en una mentira llena de estereotipos.
Que sentirían esas personas que no están aquí... o incluso, aquellas asustadas que cuando están solas piensan que no hay nadie más. No existe castigo más cruel, que esas tonterías a las que más tememos, por estúpidas que sean.

jueves, 7 de noviembre de 2013

Calor, sonrisa, satisfacción y vuelta a la realidad...

Calor, sonrisa, satisfacción y vuelta a la realidad. La vida está continuamente ligada a la de otras personas, y ahí siempre hay un denominador común. Para un fotógrafo su cámara, para un pintor su pincel, la vida para nosotros.

Tuve miedo de llegar e irme, miedo a pensar, a caminar bajo esa terrible tormenta de palabras. Nunca se sabe donde puedes empezar, ni como puedes acabar, pero en un instante te das cuenta que la frontera estuvo siempre ahí, esperando a que la atravesases.

No vale con dejarse llevar, ni tan siquiera sabiendo donde llegarás, en tal caso la diversión brilla por su ausencia. En otro tiempo, en otro lugar, las cosas hubiesen sido muy diferentes pero estamos aquí, ahora, tú y yo. ¿A qué esperas para decirme con palabras lo que tus ojos chillan con la mirada?.
Sonríes pero no vas mas allá, y mientras, yo sigo aquí, tumbado en mi cama escuchando la canción que un día marcaste en mi. Y por eso aseguro, que desde entonces, no he dejado de mirarte, ni de imaginarte.