sábado, 5 de noviembre de 2011

Ya se bien de tu vida...

Si sientes que alguien te toca y no soy yo, no pienses que hay alguien más en la habitación, no te niegues a ti misma que estas deseando que te acaricie porque aquí y ahora no te sirve de nada.
No me vas a convencer, el miedo no existe. Por mucho que te tiemblen las piernas te aseguro que los únicos fantasmas que hay aquí son los que tengo en el techo.

Hace mucho frío, quitémonos la manta y juntémonos más, apriétame la mano y besame la nuca. Son las últimas palabras que recuerdo de aquella noche en la que llegaste con miedo y te fuiste invulnerable.
Pasaste de ser una enana a ser una gigante en cuestión de pocas caricias. Perdimos la razón bajo aquel juego de manos que tu me enseñaste una vez. Tus maneras y mis estrellas hicieron que esto mereciese la pena, no duro mucho pero marcó, como lo hace un día trágico en la vida de tu gente, siempre estarás ahí.

Se que volverán algún día todas esas ganas de tenerte a solas bajo este cielo estrellado, hasta entonces me olvidaré de princesas, de inviernos grises y también de los momentos calientes bajo mi gran manta morada.

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