domingo, 29 de mayo de 2011

y también un fin...

Esa noche nunca fue una excepción, no sucedió nada, absolutamente todo indicaba que esa historia moriría a los pies del río. Así fue, nos vimos durante unos días más en ese mismo lugar y sólo entrecruzamos miradas. Maldito de mi que no fui capaz de echarle valor, pero bueno, el tiempo siempre pone su sello.
Debieron pasar veintitantos meses, unas dieciséis mil ochocientas horas aproximadamente para que nos volviésemos a cruzar en nuestros caminos. Llamemosla M, ella fue quien nos puso en contacto sin tener ni idea de lo que realmente iba a suceder. 
Una joven patinadora de sueños,actriz novel y monologuista emancipada a sus diecinueve recién cumplidos, insistió, insistió e insistió hasta que consiguió superar todas las barreras que yo le puse. Con una escusa tan burda como el interés y la satisfacción que le daba leer unas pocas de mi líneas, me engatusó para hacer cosas que jamás me hubiese planteado llevar a cabo. Me sentí por decirlo de alguna manera, una rata guiada por el flautista de Hamelín. 
 
Hicieron falta sólo cuarenta y dos naipes para el primer beso y dos o tres cenas para la primera escena de cama. Añadiré que no fue mi típica película americana de feliz final, ni que tampoco será la última.
 
Pero sabes que te digo, que después de seiscientos sesenta y nueve mil minutos he llegado a la conclusión de que todo aquello mereció la pena. No te guardo rencor ni a ti ni a nadie, sabes que yo me esforcé pero tu sofá no me gustaba demasiado. Además nunca una rata se hubiese podido llevar bien con tu negra gata, jamás hubo cordialidad entre ambos.
 
Y para terminar te diré que tu nunca le pusiste un fin a esta historia, pero aquí la tienes.

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