sábado, 28 de mayo de 2011

que toda historia tiene un principio...

La primera vez que la ví, paso de inadvertida, una más entre las muchas del lugar, ni siquiera recuerdo el motivo por el cual empezamos a hablar, pero allí estábamos en medio de un grupo de gente, cruzamos apenas una frase y un par de miradas.
Me ausente de la conversación y sin saber por que me detuve a mirarla. Ojos marrones, un pelo liso castaño, una sonrisa un tanto peculiar, enigmática, parecía que quería esconder algo. Me sorprendí a mi mismo al darme cuenta de que la estaba estudiando descaradamente, y que sus ojos marrones ya se habían clavado en los míos como buscando una explicación.
Rápidamente, aparte la mirada, pero no pude evitar volver a mirarla, me engatuso con su primera mirada y el alcohol jugó en mi contra, no sabia que hacer y ella se removía, a mi parecer incomoda e intente centrar mi atención en cualquier otra cosa.
Me fijé en el paisaje, baje un poco  más y observe un árbol, la mirada llego hasta la base de su tronco, seguí la línea que dibujaba hasta que…volví a topar con ella.
¿Cómo podía haber pasado inadvertida ante mí la primera vez que la vi? Si bien había sido así, ahora no podía apartar la mirada de ella. Una mirada sucia, causada por el alcohol, el calor o el ambiente producida por tanta hormona juvenil, pero allí estaba ante ella.
Lo más curioso es que ella también parecía mirarme, aunque mas discretamente, yo diría que hasta inocentemente, así que me atreví a esbozar una pequeña sonrisa.
Sonó un móvil, y a ello acompañó que una parte del grupo se fuera, decidimos juntarnos todos un poco más, en ese momento la tenía más cerca de lo que debería. A alguien se le ocurrió la típica idea de jugar a la botella, me sonreí a mi mismo pensando en las posibilidades que ello suponía. Pero el momento no llegaba, no me tocaba y empecé a pensar lo estúpido que era por no atreverme a dar un paso más allá...

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