Soy una persona que va mucho a su aire, que mira a la gente pero no se fija. Sin embargo cuando te conocí, algo que todavía no se que fue, me hizo parar y fijarme en ti. Recuerdo como te mire de arriba a abajo mientras te decía que comer estaba sobrevalorado.
Las converse blancas, los vaqueros que tan poco me gustaban pero que te sentaban de muerte y una camiseta blanca. Sencilla y elegante, tan tú.
En ese momento no imaginaba todo lo que iba a venir detrás de aquel encontronazo casi fortuito.
Alguien que te conoce muy bien, te escribió una vez que eres luz, pero en realidad no sabe lo corto que se quedó con esa descripción. Eres mucho más que eso, eres luz, eres calor, eres felicidad y también amor. Porque aunque aun no lo sepas, has sido capaz de derretir a uno de los muros más fríos y duros que he conocido. Pudiste llevar alegría y una temperatura veraniega a uno de los peores inviernos. Y por qué no decirlo, llevaste sentimientos y amor a alguien que no creía en ellos ni se veía capacitado para tocarlos.
La vida pasa, y a veces, es muy cruel, pero sería injusto si no te agradeciese una vez más todo lo que has hecho por mi, y me has enseñado. Puedo decirte abiertamente y de forma precisa que has sido la persona a la que más he querido, y la que más me ha enseñado.
Gracias por los paseos, las cenas, las canciones y las tonterías que realizamos en nuestro día a día. Gracias también por las caricias, por los momentos de conversación y por todo el ánimo y apoyo que me has dado durante todos estos meses, porque sin eso, no sería quien soy ahora mismo.
Te quiero mucho!
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