martes, 2 de diciembre de 2025

Cuaderno de Bitácora

La vida pasa, prácticamente siempre lo hace de manera suave y sencilla, pero apretando para dejar una leve huella a su paso, para que aprendamos del camino. Para no repetir errores y, sobre todo, para que cerremos etapas y ciclos.

Nos entregan una mochila al inicio de nuestra aventura: vacía, bonita, llevadera y sin peso dentro de ella para que podamos realizar el camino de forma liviana, dándonos tiempo para disfrutar de las vistas y las experiencias mientras vamos surfeando los vaivenes del destino.

Pero nos gusta regodearnos en la miseria, ponernos la zancadilla a nosotros mismos y echarnos piedras innecesarias en la mochila de la espalda. Porque así las pequeñas victorias son más victorias y saben mejor al recordar el sufrimiento que nos han costado. Benditos imbéciles que podemos llegar a ser cuando bailamos al ritmo de la ignorancia y del miedo, de subestimarnos e infravalorar nuestras propias capacidades.

Dentro de cada persona, debemos destacar dos imprescindibles: la capacidad de aguantar el peso innecesario y la facilidad para seguir añadiéndolo. Y, en función de la respuesta, podremos centrarnos en avanzar.

Puedo confirmar que él ha conseguido vaciar su primera mochila. Ha sido capaz de cerrar el ciclo, el cual inició hace ya unos pocos años y que hasta hace muy poco no se había visto obligado a trabajarlo.

La vida es fácil y sencilla, pero... ¿cuántas piedras tiene aún tu mochila? ¿Y por qué la sigues llevando?


 

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