Hoy miro mis bolsillos y solo veo
recuerdos, recuerdos tristes y recuerdos alegres. No quiero engañar a nadie,
tal vez no sea mi mejor momento, pero en tiempos de crisis se agudiza el
ingenio y no me cabe la menor duda de que volveré a llenar mis bolsillos de
algo.
Un niño, los llenaría de caramelos, un
joven lo haría de diversión, una persona adulta de responsabilidad y una
anciana con sabiduría. Casualmente unos me llaman niño por mis estupideces,
otros me llaman golfo por la diversión que siempre llevo apegada, la gente que
me conoce dice de mi que soy demasiado responsable y la gente que apenas me
conoce habla de todas las vivencias por las que a mi corta edad he pasado.
He llegado a la conclusión de que los
bolsillos son como los caminos, cada uno lo llena como a él más le apetece. Con
sus curvas abiertas, también con sus horquillas y con sus largas rectas, no
será fácil rellenarlo, pero será divertido.
Puede que la mezcla no guste pero no
pretendo hacerlo.
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