domingo, 20 de mayo de 2012

Aquí seguimos un día más...

Me recuerda a la playa, aquel lugar en el que nunca la corriente de aire para de cambiar de orientación, difusa por las decisiones que le ayudan a salir adelante. Sumida en ese ciclo en cambio constante. Ni la propia agua del mar tiene un solo color definido.

También a la montaña, en ella hay días fríos, días cálidos, y el resto de los días. Para poder observarla siendo objetivo debes subir hasta la cumbre, pocos lo han conseguido, el cementerio sigue estando lleno de valientes. Pero desde arriba el cielo azulado se convierte en algo indescriptible.

Un poco también a un desierto, a pesar de ser una piel pálida. Ella a veces es como el oasis que todo aquel transeúnte desea encontrar. Puede ser un recurso importante siempre y cuando se sepa convivir con ella. En ella jamás faltara la sombra, ni el agua.

Y como no, a un paisaje selvático. Inexplorado pero llamativo, vital para el ecosistema. Puedes llegar a andar horas y horas por ella, jamás verás algo igual. Es tan única como su colorida verde imagen en llamada a la esperanza.

Chica diferente la llamo, mas allá de acortar el tiempo de las horas, me vale con las sonrisas que produce verla de ciento en viento.

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