viernes, 12 de agosto de 2011

Redecilla...

Volvieron las putadas, en menor medida obviamente... el cansancio pasó factura, al igual que pasar la noche al raso del campo. Entre mantas pasamos una buena parte de la estancia, pero descubrimos que hay mas vida allá de la monotonía del día a día de la ciudad. Se nos escapaban las lagrimillas al coger velocidad por los caminos de cabras en los que nos metíamos, tal como las fugaces estrellas que veíamos mientras el vaho empañaba la imagen.

Una canasta junto al bar nos dio un poco de juego, y la vida nos la dio una moto. Llevaba tanto tiempo sin montarme en una de esas que todo el tiempo que pase con ella, se me hizo poco. Creo que me he enamorado de ella...

Lo que con prisas empezó, rápido terminó pero esperamos que haya una segunda parte.






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