lunes, 6 de julio de 2015

Cuentos de universidad (3/4)

Granada no gusta, ni atrae ni tampoco te acoge. Granada simplemente te enamora, te engancha y te hace suyo, con la misma facilidad que la que tuve al tomar la decisión de ir a vivir aquella aventura.
Fue un año loco, lleno de experiencias, de rincones oscuros, de cuestas sofocantes, de un clima sobrenatural, un año espectacular.

La llegada fue muy temprana, una paliza de bus para llegar hasta allí, desayunar y ponerse manos a la obra. En unas pocas horas visitamos el que es y será mi rincón favorito, "San Miguel Alto", no hay palabras, tampoco ruidos que molestasen, sol, cerveza fría, calor en buena compañía, no puede pedirse nada más.

Las clases fueron caóticas, horas sueltas por todos los lados, mañanas y tardes echadas a la sombra de la terracita de la facultad. Allí descubrí que aunque pienses que ya conoces y estás acostumbrado a todo, no es así. Eso sí, había gente a la cual le pasaba algo en la boca porque no se les entendía nada, teníamos exámenes orales, y también me tocó dar clases en 4 cursos diferentes...

No me costó adaptarme a las nuevas calles, a pesar de perderme varias veces, tanto de día como de noche. Conocí a muchísima gente de todas las partes de España, algunos siempre formaran parte de mi historia. Anécdotas por doquier, conocidos a puñados, pero sobre todo experiencias, demasiadas en tan poco tiempo.

Fue una lastima dejarte. Creeme si te digo que volveremos a toparnos tu y yo para poder enrevesarnos otra noche para acabar en la mañana. Un plan tranquilo, o un plan con algo más de movimiento, pero siempre al calor de tus abrazos.

"San Nicolás", la familia Deltoyana, "El nido del buho", el "Gardens", "el García Lorca" con las pipas Elefante y su litro correspondiente, "Mae West", "Camborio", "El triunfo" y las tardes al sol. "Sacromonte" y sus casa cueva, "el Albaicín" con las cachimbas, "La Alhambra", su "Paseo de los Tristes" y todo ello, con Sierra Nevada al fondo. La ciudad de los mil y un rincones, capaz de mezclar lo mejor de cada casa para hacer semejante tapiz.

Mencionaría muchos más sitios, pero no podría terminar nunca sin dejarme alguno más, así que sólo me queda darle las gracias, a aquellos Sicues, y a aquellas personas que Granada tuvo el placer de ponerme en mi camino. Que sepan que se convirtieron en algo fundamental para hacer de una nueva experiencia, una experiencia única.

Pero todo ello puede resumirse en una sola frase, como bien dijo Alejandro Dumas:


"Hay un placer todavía mayor que el de ver Granada. Y es el de volverla a ver"




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